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viernes, 28 de noviembre de 2014

William Faulkner: Santuario

Tercera novela que leo del gran Faulkner. En ella reencuentro la misma construcción: los diferentes personajes proponen ventanas desde de las cuales podemos asomarnos y ver a través un trozo de realidad, enfocado por una determinada luz, determinado por un marco;único y particular, el punto de vista. 
A la extraordinarisantuarioa maestría con que está contada debe esta historia feroz hasta el absurdo su aureola de ser una inquietante parábola del mal y esas resonancias simbólicas y metafísicas.
Vargas Llosa describe así en el prólogo esta obra que debe ser considerada entre El ruido y la furia o Palmeras Salvajes. En ella, Faulkner es capaz de recrear un crimen terrible (por el que la novela asumió la fama de su época) sin ser nombrado directamente, sino descrito por los múltiples personajes que lo sufren, que lo percibieron, del que fueron cómplices. También plantea la cuestión del mal y de su juicio. La prosa hace gala de la facultad de embellecer lo desagradable y sucio, lo que se esconde y cuece en una casa sureña decrépita entre los árboles; así, Faulkner nos apasiona por un mundo cruel, Santuarionos atrapa debido a esta dedicación delicada por algo lamentable y bruto. Próximo a una novela detectivesca, puesto que hay un abogado implicado en el caso, hay una investigación, testigos y un juicio, se descarta sin embargo de todo el estilo propio de este género para entregarse a su gran especialidad: los monólogos que nos abren las sensaciones y experiencias de los personajes, la narración desde diferentes puntos de vista que nos ilumina progresivamente diferentes rincones antes ocultos de la trama.
De hecho, Santuario es reveladora de la concepción de novela que Faulkner trabajó: leer es un acto de descifrar, el acto detectivesco de recoger pistas, las piezas del puzzle, aquello que los personajes nos permiten ver, aquella conversación a la que se nos prestan los oídos, y así reconstruir una realidad que se presenta siempre como problemática, ambigua y cambiante. ¿A alguien le recuerda a Henry James? Faulkner retoma su teoría sobre los puntos de vista, la focalización, y asimila el trabajo que realiza la novela de conciencia, como son los monólogos de Woolf o Joyce, para proponernos maravillas como esta obra.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Virginia Woolf: Al faro

Finalmente aquí os dejo la reseña de Al faro, y ya podéis deducir que por todo el tiempo que he tardado en leerlo y digerirlo, -a parte de todos los exámenes y trabajos- es signo de su dificultad. Aún así, hay que leer a Virginia Woolf!
 
Es una tarea inútil la de describir la trama Una familia inglesa, pasa los veranos en la casa de vacaciones en la isla de Skye, Escocia, junto a sus vecinos y amigos. De la tranquilidad de los paseos veraniegos por la costa y las cenas en sociedad, surge la acción principal de la novela; la obsesión de los niños de ir al faro. El padre autoritario niega cualquier posibilidad de hacer la excursión,  argumentando el mal tiempo que puede hacer el día siguiente en alta mar; la madre, la señora Ramsay, consuela a sus hijos, postergando la salida prometida.  Como es característico de toda novela de Virginia Woolf, la narración se pasea por las conciencias de los personajes, el matrimonio Ramsay, la pintora Lily, William Bakes, viudo con el que coquetea, los niños…


Sin embargo,  por las novelas que he leído de esta autora he encontrado en Al faro una implicación más allá de la empresa estética que lleva a cabo con el fluido de conciencias, más allá del experimento de explorar los pensamientos y sensaciones que constituyen la vivencia del sujeto en su relación constante con su mundo. Mister Ramsay, un profesor, un sabio, discurre entre reflexiones filosóficas algo forzadas, que él mismo motiva de manera explícita,  y los pensamientos banales que le acuden a la mente, que le rebajan a una calidad humana primaria. Mister Ramsay deja entrever la exigencia del hombre sabio que se halla en una constante demostración ante el mundo de su autoridad,  de su capacidad y superioridad y que siempre guardará para sí un remordimiento: la incoherencia del filósofo casado con siete u ocho hijos. 
"Esa manía de hacer frases la enojaba; y contestó a su marido, en un tono corriente, que la noche estaba preciosa y que no había motivo para refunfuñar. Lo dijo medio riendo, medio quejosa, adivinando que quizá él pensaba que hubiese escrito mejores libros de no haberse casado." 
 Miss Ramsay, conocedora del talante de su marido, acepta su carácter solo porque también ha detectado la debilidad que esta superioridad comporta,  este miedo al qué dirán,  esta exigencia que vive cada día cuando reafirma su máscara.  Ella se refugia en sus pensamientos, y en ellos se vislumbra también cómo se ha definido en relación a su marido, cómo se ha ajustado a él y callado todo lo que nosotros ahora, gracias al acceso a su conciencia, se nos hace evidente. Así es como defino, al matrimonio Ramsay como la clásica pareja que vive en sociedad y está pendiente de ella constantemente.

La contraposición la encontramos en Lily, la pintora. He encontrado en ella el personaje clave en su desarrollo y por ello, el más interesante. En su pensamiento se da la lucha de la creación,  la reflexión constante sobre los colores,  las formas, los temas de sus cuadros,  la comprensión de la realidad a través del filtro del genio creador. Obviamente,  ella tampoco es un personaje desligado de las relaciones sociales,  pero vemos en ella una resistencia a entregarse en cuerpo y mente a las dinámicas hipócritas de esta. Vemos cómo se le proponen en matrimonio,  cómo tiene la posibilidad de formar una familia,  o finalmente, una aventura, pero ella se resiste, fracasando en una parte de su vida, pues se convierte en la soltera incomprensible desterrada a la soledad de la creación que ella ha elegido. 
Los hombres afirman: "No quería soportar la conescendencia de estas mujeres estúpidas", los demás, los otros, le han dicho "Las mujeres no saben escribir, las mujeres no saben pintar" y Lily piensa: "Siempre (y no sabía si esa necesidad era inherente a su sexo o a su naturaleza) atravesaba unos instantes de desnudez, antes de trocar el aire de la vida por la concretización de la pintura, instantes en los que parecía un alma nonata, un alma arrancada de su cuerpo (...) Entonces, ¿por qué pintar?"

Encuentro esta novela como una de las más importantes de esta autora, por lo comentado, no solo sus técnicas narrativas han logrado lo impecable,  sino que en esta colmena de conciencias, este collage que aspira a la forma pictórica propia del cubismo,  o como ella decía estas cavernas que se hallan conectadas entre sí por medio de túneles subterráneos, en estos pensamientos, digo, se hallan inscritos gran cantidad de reflexiones sobre el comportamiento social, familiar,  matrimonial,  sobre las relaciones entre diferentes sexos, el paso del tiempo... En la lectura se forma una crítica a las exigencias sociales que los personajes han integrado,  se demuestra cómo los pensamientos están repletos de la influencia que el mundo hace sobre ellos. De nuevo, Woolf dibuja sus personajes en su mutabilidad e inconsistencia, en su incoherencia,  y nos enseña de nuevo cómo la identidad es una ilusión. 



Gran novela, confieso que es compleja, que exige una lectura atenta y paciente. De hecho, el lector debe ponerse al servicio del libro,  dejarse llevar por las olas de la narración,  por el flujo de conciencias.


Virginia Woolf
Alianza, 2012
10,80e
288 pág.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Júlio Cortázar: La vuelta al día en ochenta mundos

La vuelta al día en ochenta mundos no responde a ninguna expectativa del lector convencional; no podemos presentarlo como una novela, puesto que no hay una narración, ni unos personajes recurrentes, aspectos con los que se suele reconocer este género. Sería una osadía arriesgada decir que se trata de apuntes autobiográficos, aunque es cierto que en algunos capítulos reconocemos la voz de Cortázar reflexionando sobre su obra, la recepción de Rayuela, otros proyectos, o simplemente, relatando alguna experiencia personal.

Sin embargo, este libro no se limita a ello, no se deja etiquetar, no se somete a ninguna catalogación. Personalmente lo consideraría como un libro-libreta personal, en el que todo tiene cabida. Pasamos las páginas y encontramos fotografías, ensayos, un breve relato, una poesía, una reflexión…Encontramos citas o textos enteros de la tradición no solo literaria, sino también pictórica, por ejemplo, de los que el autor parte para crear una prosa que relatará de nuevo escenas cotidianas donde lo fantástico surge, ocurrencias llenas de humor, recupera personajes históricos o digresiones críticas de alcance filosófico. El proyecto parece surrealista: un libro fragmentario, un tejido, un collage que atenta contra todo límite y restricción. O quizá romántico: la obra de arte total, capaz de reconciliar todas las expresiones artísticas: pintura, poesía, filosofía, fotografía, tan sólo faltaría la música, si es que no consideramos música el lirismo de Cortázar.

Siguiendo al maestro Morelli, quizá, este libro sea ante todo esta voluntad de huir a toda definición apresadora. Podríamos comprender el guiño a Julio Verne, como el movimiento de apertura de la literatura, de un libro, del instante de un día, a todos los mundos artísticos posibles.


La mejor manera para referirse a este libro es considerándola un juego encantador. Ideal para leer un capítulo-pasaje-fragmento cada noche, y dejar que las palabras e imágenes de Cortázar, nos conduzcan al sueño. 



Aquí os dejo un fragmento, recortado por arriba y por abajo, con el que quiero motivaros a leerle y escucharle:

Me caigo y me levanto

(...)
pero nosotros tía ¿cómo haremos? 
¿cómo nos daremos cuenta de que hemos recaído 
si por la mañana estamos tan bien
tan café con leche
y no podemos medir hasta donde hemos recaído en el sueño
o en la ducha
y si sospechamos lo recayente de nuestro estado
¿cómo nos rehabilitaremos?
hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña
al terminar su obra maestra
al afeitarse sin un solo tajito
no toda recaída va de arriba abajo
porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa
cuando ya no se sabe donde se está
probablemente Ícaro creía tocar el cielo
cuando se hundió en el mar epónimo y 
Dios te libre de una zambullida tan mal preparada.


Y aquí podéis escucharle de su propia voz, tan mágica: https://www.youtube.com/watch?v=o-gk68voVAY

jueves, 16 de octubre de 2014

Virginia Woolf: La señora Dalloway

Gran obra y de gran complejidad. Vamos allá.

Para abordar la novela, esbozar la trama puede servirnos. Las campanadas del Big Ben nos acompañan a lo largo de un día, el día de junio en que Clarissa Dalloway organiza los preparativos de la fiesta que celebrará esa misma noche. Clarissa compra flores, cose su vestido, dirige a los criados, y entre todo este ajetreo, recibe a Peter, un amigo de la adolescencia, que le revolverá tanto sus sentimientos como sus pensamientos a los que asistimos.

Simultáneamente, Septimus Warren, un joven que acaba de volver del frente, sufre sus secuelas en forma de apariciones de su amigo muerto, Evans, en forma de una gran depresión y amenazas de suicidio. En este día, su locura es diagnosticada por un médico, amigo de Clarissa, éste representante de la autoridad y el raciocinio le manda reposar en un asilo, lejos de su mujer.

Woolf es muy hábil, no solo estas dos "historias" se enlazan y entrecruzan, sino que están íntimamente unidas, junto con los demás personajes, en una narración que fluye de una mente a otra. Sin embargo, no se trata simplemente de un seguido de monólogos, puesto que no solo retrata el pensar del sujeto ante el mundo, sino que hace una radiografía completa e híper-realista de la experiencia del presente. Los personajes se nos presentan y se constituyen en esta relación con el tiempo, y esta experiencia es tanto mental como sensible. Por ejemplo, Septimus está yendo al médico con su mujer, Rezia, y pasa un avión, este avión despierta en él los recuerdos de las batallas, oyendo retumbar en su cabeza los disparos y gritos. Y lo más interesante, es que Clarissa también anda por la calle y oye el mismo avión, aunque evidentemente, de ella surgen otras asociaciones que son descritas inmediatamente, puede ser que sin la distancia de otro párrafo, creando así una sensación de simultaneidad. Otro elemento que une a los personajes, son las campanadas del Big Ben, que pautan el ritmo subjetivo frente al Tiempo convencional.

Gracias a estos elementos que cumplen la función de un raccord espacial, que es la ciudad de Londres en la posguerra, enlazando así los personajes, la voz narrativa -no debemos confundirnos, no es la de ningún personaje concreto aunque se trate de un monologo- puede deslizarse entre las diversas vivencias que un mismo día, con sus eventos y fenómenos, suscita en los distintos personajes.


Este trabajo en la forma de la novela, no solo lo encontramos en la cuestión del tiempo, sino que también hay una problemática que Woolf plantea como escritora. En este vaivén de múltiples mentes nos encontramos leyendo el discurso propio de personajes masculinos y femeninos; debemos estar atentos, aunque cada mente muestra su especificidad, entre todas la identidad sexual propia, Virginia Woolf es capaz, como mujer, de imaginarlas todas y de conferirles la veracidad que cualquier lector va a reconocer. Y esta es una gran aportación a la literatura escrita por mujeres, que hasta el momento, no había trabajado en profundidad los personajes masculinos, o solo los había comprendido en su relación con la mujer -según la crítica de la misma autora-.

El mítico prejuicio de que Woolf es difícil no es falso. Sin embargo, su dificultad llega a gozarse con una lectura atenta, propia de la poesía, una lectura que no busca los acontecimientos, las explosiones emocionales, etc. Debemos tener paciencia, y es así como Woolf nos recompensará y sorprenderá.




Virginia Woolf
Alianza, 2011
10,9e


jueves, 9 de octubre de 2014

Virginia Woolf: Una habitación propia


Entre el ensayo y la ficción se encuentra este texto clásico para el feminismo. Es muy conocida la frase: "Una mujer necesita una renta y una habitación propia para ser escritora". La primera parte de este texto, Woolf  nos de detalla las condiciones materiales de las mujeres a lo largo de la historia, dándonos a comprender con el conocido ejemplo de la hermana de Shakespeare, que las mujeres aunque tuvieran el talento poético y artístico no hubieran podido desarrollarlo ante una sociedad patriarcal como es la de Occidente. Por ello, porque están obligadas a casarse, ocuparse de la casa y tener diez hijos, la hermana de Shakespeare con sus mismas capacidades creadoras no hubiera podido pasar a la historia como éste lo hizo. 

Sin embargo Virginia Woolf no se limita denunciar estas condiciones culturales que han limitado a la mujer durante tantos siglos sino que también reclama unas condiciones inmateriales. Eso quiere decir una educación, una formación en la lectura y la escritura en el caso de la mujer con ambiciones artísticas. Una escritora necesita silencio, tranquilidad y haber leído mucho. Woolf pone sobre la mesa a grandes escritoras anteriores como por ejemplo Jane Austen y Charlotte Brontë hay una gran diferencia esencial entre ellas es decir entre su literatura.
Mientras que Jane Austen, mujer sin formación académica pero gran lectora, escribe siendo consciente de sus límites, detallando en profundidad los personajes femeninos pero también, gracias al narrador omnisciente y la ironía, fijándose en los masculinos y en la relación entre sí; Charlotte Brontë escribe desde la indignación y el rechazo a la sociedad que la ha catalogado como mujer, encerrandola en su casa, llevándola hasta los límites de la locura, Charlotte escribe como mujer que denuncia y no como escritora. 
Esto es lo que propone Virginia Woolf en la conferencia de Arts Society, en 1928, ante las feministas de la época. Esta escuela le pide a Woolf que reflexiones sobre Women and fiction, sujeto propuesto para la conferencoa, y como vemos al defender una escritura impersonal que no refleje el carácter del autor, las feministas no están muy de acuerdo con ella y esta proposición que niega una literatura propia de las mujeres.
Esta es la primera lectura que debía hacer para la asignatura de feminismo. De Virginia Woolf ya había leído dos de sus novelas que me encantaron, pero aún no me había atrevido con un ensayo. Sé qué se trata de un libro muy específico pero es realmente interesante si os gusta Jane Austen las hermanas Bronte y todas las mujeres que se lanzaron y se lanzan escribir teniendo como referente, muchas de las veces opresor, de una tradición basada en el hombre blanco. Las siguientes lecturas para esta asignatura son La señora Dalloway de la misma Virginia Woolf, reseña que vendrá en breves, luego Jane Eyre de Charlotte Brontë, Mansfield Park de Jane Austen, y El ancho mar de los sargazos Jean Rhys. Tengo muchas ganas de leerlas a todas ya que yo casi siempre termino leyendo a hombres blancos muertos.



Virginia Woolf
DeBolsillo, 2014
11,95















Tres guineas es otro escrito ensayístico de la misma línea, igual que El lector común, donde reflexiona sobre la literatura y las mujeres, la tradición inglesa, etc. Es por eso que recomiendo esta edición que publica los dos textos juntos, pero también se encuentra en Alianza, Lumen, Losada...